Muchos dueños de lavandería creen que tener dinero en la caja significa tener ganancias, pero, ¿y si te dijera que podrías estar perdiendo dinero con cada carga que vendes?
En este artículo te explico por qué cobrar no es lo mismo que ganar, y cómo empezar a costear tu lavandería de forma práctica, sin fórmulas complejas, suma, resta y un resultado
nadie nos enseñó a costear un servicio
Aprendimos a lavar, atender clientes y resolver problemas… pero no a calcular si un precio realmente nos deja utilidad
Muchos ponen sus precios por:
Intuición
Copiar a la competencia
Miedo a “cobrar caro”
El resultado: lavanderías con carga de trabajo, pero con números rojos al final del mes
¿Qué implica costear bien?
Costear no es solo saber cuánto cuesta el detergente, un costeo correcto considera:
gastos fijos: renta, luz, sueldos, mantenimiento
gastos variables: químicos, bolsas, etiquetas
capacidad operativa: cuántas cargas puedes hacer realmente al día
tiempo invertido: horas de trabajo tuyas o de tu equipo
Y algo que casi nadie incluye: el valor de tu tiempo y tu esfuerzo como administrador
Ejemplo práctico: ¿Ganas o solo cobras?
Imagina que cobras $50 pesos ($2.5 USD) por una carga
Pero si sumas:
Detergente y suavizante: $5
Luz y agua: $6
Bolsa + etiqueta: $2
Mano de obra: $10
Costos ocultos (IVA, errores, tiempo): $8
Te quedan $19… ($1 USD) y eso sin contar tu salario como dueño
¿De verdad estás ganando?
Haz una lista de todos tus gastos mensuales y dividelos en fijos y variables
Calcula cuántas cargas haces al mes (reales, no las que “podrías hacer”)
Suma el costo promedio por carga
Compara con tu precio actual y ajusta si es necesario
Recurso inicial: hoja de trabajo descargable
Preparamos una hoja de trabajo para ayudarte a costear tu lavandería paso a paso
No necesitas ser contador, solo llenar los campos con tus datos reales
Descárgala gratis aquí y descubre si estás ganando o solo cobrando
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Y tú, ¿cómo pusiste tus precios? ¿Lo hiciste con base en tus números… o solo por intuición?
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Cada error puede convertirse en una gran lección